jueves, 1 de junio de 2017

#18 Laocoonte y sus hijos


Jean-Pol GRANDMONT (2011)
[CC BY-SA 3.0 o GFDL]
Via Wikimedia Commons



Ubicación: Museo Pío-Clementino, el Vaticano
Fecha: ¿S. I d. C.?
Época: Arte griego




Dije que no iba a hablar del Laocoonte, pero al final me he arrepentido y os incluyo aquí este ejemplo de escultura griega en su fase helenística.

Durante el helenismo, la escultura se hace realista y pierde el equilibrio y la serenidad clásicos. Aquí se ve cómo los cuerpos se retuercen, hinchados los músculos, y los rostros adoptan expresiones patéticas. Se dice que es un rasgo orientalizante esto de que ya no se guarden las proporciones ni haya esa tranquilidad de la época clásica.

En realidad, el grupo del Laocoonte es, de nuevo, una copia romana de lo que fue un original realizado en la isla de Rodas.

La historia de Laocoonte procede del Ciclo épico, aunque no aparece en los poemas homéricos. Era un sacerdote troyano (de qué dios en concreto, no coinciden los relatos). Cuando los aqueos hicieron como que se iban, dejando atrás el Caballo de Troya, Laocoonte les advirtió que no lo cogieran, con una frase que se hizo famosa, bueno, al menos en la versión latina de la historia, contada por Virgilio en la Eneida: Timeo Danaos. “Desconfiad de los griegos, dijo este buen hombre, aunque vengan con regalos”.

Los dioses, que son muy malos y siempre andaban a la greña apoyando a su equipo le mandaron un par de serpientes marinas que estrangularon a Laocoonte y sus hijos. Ese terrible momento de la asfixia es el que refleja la escultura.

Cuando, en el año 1506, se encontró esta pieza en lo que había sido la Domus Aurea de Nerón, rápidamente los artistas, que eran muy cultos ellos, la identificaron como la obra de la que hablaba Plinio el Viejo en su Historia natural. El papa preguntó si valía la pena comprarla, todos le dijeron que sí, por supuesto, y allá que se gastó las perras el papa en esta escultura. La llevó al Vaticano, y ahí se puede encontrar, en el Museo Pío-Clementino, donde tuve la suerte de verlo el año pasado. Está en uno de los nichos del patio Octogonal, y por ahí andan otras joyitas como el Apoxiomenos o el Apolo de Belvedere.

Impresionan aunque tengas que estar mirándolos por entre los cuerpos y sobre las cabezas de miles de turistas.

Para saber más de esta escultura tenemos, como siempre, el artículo en la wikipedia, donde puedes saber más cosas como por ejemplo el brazo que le faltaba y cómo lo fueron restaurando de distintas maneras, o cómo fue botín de guerra napoleónica.

Y siempre se puede leer la breve ficha en la página web de los Museos Vaticanos (está en español).

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